RICARDO

Hace tiempo que no pasa nada, mucho sueño, libros, trabajo, estornudos, madrugadas y pies fríos, parece que este tropiezo ha sido lo único tibio en las últimas semanas.
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Estaba nublado y eran las 8:15, un poco temprano para una cita, pero una visita fugaz a la capital nos regalaba 4 horas para estar juntos, así que mediante permisos y trámites varios hasta la jefatura se confabulo para re-unirnos.
Tras es el saludo y las preguntas de cortesía camínanos siguiendo la huella de un recuerdo muerto y enterrado, la idea era cubrirlo con un recuerdo alegre, refrescante y sin dolor.
Llegamos a una habitación del 2° piso, con silla del amor incluida.
'Hoy será sin tele'. pienso, así que dejo a la Play como mi compañía.
Me fumo el caño de rigor y me tiro sin zapatos en la cama a mirar el techo sin espejo y a pensar en cuantas veces estuve ahí antes...
Ricardo se sube sobre mí, me besa los labios, el cuello y con su mano dentro de la polera me acaricia, me besa los pezones duros y oscuros, se nota cierto urgimiento en nuestros movimientos, rápido me desnuda, lo veo desnudarse a él, ponerse el preservativo y venir a mí de nuevo, yo sólo espero recibirlo, sin aspavientos de experiencia, ni técnicas de seducción, solo quiero sentirlo dentro, la piel de su pecho junto a la mía, buscando la mejor manera de encajar nuestros cuerpos, con mi humedad de semanas brotando de mi interior. Con mis uñas en su espalda, lo dejo entrar, apurado y profundo, con ese dolorcito rico que recorre cada una de mis vértebras... solo floto a la deriva de sus movimientos...abrazada a él como si alguien me lo quisiera quitar, siguiendo las ordenes de mis rodillas que deciden donde ubicarse para recibirlo mejor, mi cuerpo dueño de mi, Ricardo entrando y saliendo de mi con la prisa de meses esperando el reencuentro. Me dice que había olvidado lo heavy que eran mis orgasmos, pienso que eso no se le debería olvidar o que x lo menos no debería decirlo. Yo 3, el 1.
Acostados ,sin tocarnos, respiramos y nos reímos de nosotros mismos y nuestro énfasis. Idas al baño, intercambios de ideas que no alcanzan para una conversación, tenemos esa extraña comunicación en el sexo pero no en las palabras, pero hay confianza, es la 2° vez que nos juntamos y parece que no tuviera nada que esconder pero tampoco nada que mostrar. Nos quedamos encima de la cama, observando mis piernas y buscando la forma de mi tatuaje, hablando de nada y de todo hasta que las ganas nos atacan otra vez.
Nos besamos ahora con calma, recorriéndonos mejor y mas lento, no lo dejo ponerse el preservativo y me monto sobre él para posar mis pechos sobre su cuerpo, y ahí me muevo sobre Ricardo, simulando una serpiente, y voy bajando hasta encontrarme con su sexo, juego a masturbarlo con mis manos y con mi boca, disfruto con sus gemidos y su respiración agitada, entonces voy subiendo centímetro a centímetro con mi lengua pegada a su piel, saboreando la sal de su sudor, y me recuesto a su lado, tomamos las precauciones necesarias y él acerca su cuerpo al mío pero yo lo alejo y lo hago recostarse nuevamente, ahora soy yo la que toma las riendas y ahí estoy sentándome lentamente sobre él, buscando la penetración justa y precisa, suavemente lo hago entrar y salir de mi sin retirar mis ojos de los ojos de Ricardo, llevando sus manos a mi pecho, recostándome sobre él para besarlo, temblar con su lengua en mi cuello y sentir esa cosita rica que me da con esta posición, restregándome hacia atrás y hacia adelante, con su dureza estimulando un punto que no sabría definir pero que me provoca los orgasmos mas poderosos de la tierra, con la palpable sensación de volar montada sobre Ricardo, primero una vez: intensa y fugaz, como un relámpago que me ciega por unos momentos y después de nuevo pero largo y profundo, como ráfagas de placer que vuelven una y otra vez, 'ohhhh,la cagó!!!!' son las únicas palabras pronunciables, me bajo despacio y me acurruco pegada a él, en posición fetal, tratando de respirar despacio, Ricardo se ríe de mí y dice que la multiorgasmia es rica y que soy una mujer 'sanita'. Entonces se pone detrás de mí toma mis caderas y me penetra, y de a poco vamos agarrando el ritmo y buscando distintas posiciones, cuando estoy tan excitada me gusta un poco de dolor; le pido que me tire el pelo, él lo hace apenas pero lo suficiente para provocar mis reiterados tiritones. Hay ruido en la calle, un taladro perforando el suelo, hay ruido adentro, la radio y nuestros gemidos que de a poco van aumentando el volumen, por cada embestida un quejido al unísono, los ojos cada vez más cerrados y su cuerpo más pesado sobre mi espalda, hasta que terminamos unidos en un grito profundo y liberador. Y nos dejamos caer uno sobre el otro, compartiendo sudores y estertores. Yo a los 11 perdí la cuenta, el 2.

Nos dan las 12:00, ya es hora del volver a la vida real, dejo una silla del amor sin utilizar, el glitter pegado a su barba y un recuerdo añejo y olvidado. Me llevo un semblante lleno de satisfacción y el pelo mas chascón de lo que llegó.